Quiero dedicar hoy esta entrada sobre la capacidad creativa de las mujeres a aquellas cinco mujeres que me acompañaron el sábado pasado dia 13 en el primer dia del segundo grupo de encuentro y terapia «NO SOY MADRE» y agradecer de nuevo su valentía, confianza y generosidad al abrir sus corazones.
“Soy Atenea, la Virgen Eterna, el fuego que crea la sabiduría femenina. – Cogió a Eva de la mano y continuó. – Tu ciclo no sólo te proporcionará energías creativas para engendrar un niño real; asimismo te permite dar vida a una idea, que también es tu hija. Entonces tocó la frente de la jovencita. – Tu produces la chispa de la vida, la llevas en tu cuerpo, la nutres y dejas que crezca para por fin hacerla salir al mundo. Los niños reales lo hacen a través del útero, mientras que las ideas surgen de tu cuerpo, tus manos, tus pies, tu voz. – Besó la mano de Eva como rindiéndole homenaje y siguió hablando-. Una mujer que no tiene hijos no está incompleta no es antinatural, ya que su descendencia son las ideas que lleva en su interior, y su nacimiento es el modo en que las expresa en el mundo material. – ¿Y de donde provienen estas ideas?- preguntó la jovencita, perpleja.
– Tu sexualidad despierta ciertas energías que siembran las semillas de la inspiración. El acto sexual puede crear tanto un niño real como una idea, y ser el fuego que guía al artista, el poeta, el músico y vidente. Es un acto sagrado pues plasma lo divino en el mundo real.
Eva sintió que sus propios dedos generaban calor y palpitaban en su necesidad de crear. -¿Cómo son esas hijas-ideas? – Quiso saber.
-Pueden adoptar infinitas formas. No importa de qué manera las expreses ni lo que tú o los demás piensen del resultado final: lo que cuenta es el surgimiento de una idea, y no la idea en sí misma. Tal y como sucede cuando tienes hijos reales, tu corazón siente de una forma determinada y tal vez te parezca que las opiniones de los demás son un ataque a lo más profundo de tu alma; pero siempre debes permitir que esa hija crezca a su modo en el mundo material. Crear puede ser una forma de meditar u orar, y es el acto de crear y no la creación en sí misma lo que refleja lo divino. Las mujeres son diferentes de los animales, pues su sexualidad no se relaciona simplemente con el acto de engendrar hijos, sino que libera sus energías todos los meses a través del ciclo menstrual. Esta es la sabiduría de las mujeres: de ella nace la capacidad de mejorar la vida, fabricar utensilios, crear relaciones estructuradas y comunidades, y expresar la relación que existe entre la humanidad y la naturaleza.”